La Maldición de la Bruja




Hace muchos años, cuando el marido de la prima Catalina tuvo a bien morirse, ella odió un rato a la mujer con la que se fue, solo un rato, pues en su vida y en su cabeza hay tantas cosas buenas que no le da mucho el tiempo para odiar a nadie.

Ese rato en el que la odió, encontró unas letras suyas que hablaban de su nueva vida, de los tuppers que tenía, de sus muebles de madera, y a la prima Catalina le dio tanto coraje como aquella desconocida hablaba de los tuppers como si siempre hubieran sido de ella y no que venían en el menaje con que salió su marido de su casa. Así que no aguanto y le dejó una nota debajo de sus letras, “disfruta tus tuppers y todo lo que llegó usado de mi casa. Y ten miedo, porque yo te maldigo a ti y a tu descendencia, mientras estés viva no podrás dormir bien, siempre estará mi sombra en tus sueños causándote insonmio”.

La prima Catalina fue mala ese rato, pero después lo olvidó, como todo aquello que antes o después se olvida y así han pasado muchos años.    

Un día recibió un correo pidiendo perdón, años después otro, entonces recordó la maldición de la bruja y fue ella la que tuvo miedo, pareciere que después de tantos años esa pobre mujer sigue sin poder dormir… 

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