Crecer
La otra mañana mientras reía con su marido a carcajada abierta, Catalina se topó con una certeza: había crecido. Y como cuando era niña y dolían los huesos y su mamá le decía que era porque estaba creciendo, este crecer le había dolido mucho, pero había valido la pena y en este caso, valió la alegría. Catalina entendió que había crecido porque cuando se casó con su primer marido cada mañana esperaba que cambiara y lo único qué pasó con el tiempo es que sus defectos se magnificaron, pero nunca cambió. Con su último marido Catalina espera que no cambie nunca, y sabe que, aunque sus defectos se magnifiquen, conservará su esencia y eso a ella la hace feliz.