Durante una semana de mucho viaje, entre aterrizaje y despegue tuve unos minutos para advertirme y felicitarme por haber superado aquella adicción al drama que tantos líos y saltos en el cuerpo me trajo en otra vida. Descubro hoy, sin hacerlo de una forma consciente, que me he vuelto una mujer, si no mas sabia, si mas tranquila, que disfruto el calor que siente el corazón cuando se da un abrazo, celebro encontrar a una buena amiga en un aeropuerto y cruzar 10 palabras entre salas, me observo mas paciente con mis padres, sobre todo con mi padre que años atrás me sacó canas verdes, y hoy, sin tener hijos propios (o al menos de dos pies), entiendo y admiro como ha hecho una mejor versión de sí mismo, y como otros, que con los años van degenerando en manías y neurosis, mi padre crece. Ante ese ejemplo, me hago el propósito de hacer con cada año una mejor versión de mi misma, y creo, que el haber superado la adicción al drama, al chai y a la canela, me permiten tener una vida de más paz