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Mostrando entradas de abril, 2018

India

La prima  Catalina llegó a India como se llega a una tierra que se conoce aunque nunca antes de haya pisado, no en esta vida. Y sintió una emoción repentina y unas ganas de llorar de alegría como no las había sentido al llegar a tierra alguna. Y es que a la India se le ama o se le odia.  Delhi le pareció una bofetada de realidad, entendió porque la Madre Teresa decidió quedarse en esta tierra, esos ojos tan negros y tan profundos que te miran desde una pobreza tan extrema pero que no odian, que no añoran seguramente porque no tienen un punto de comparación. Que son felices, con música alegre y colores vivos. Japur con su colorido y Agra con su Taj... al entrar se le creció el corazón a Catalina, se sintió viva, inmensa y pequeña pero sobre todo afortunada y dio gracias a todos los Dioses, los suyos y los ajenos, los actuales y los antiguos y se sentó por horas a contemplar, a recordar...  India ruidosa, caótica, olorosa, spicy, con sus amplios campos y sus contrastes. India colorida,

El poder de la palabra

 Solo dos veces la Prima Catalina le ha dicho a la vida en voz alta lo que piensa, quizá porque desde pequeña entendió el poder de las palabras, en las palabras está Dios y también el demonio...  la primera vez despertó una mañana lejos de su patria, abrió los ojos, miró al rededor y dijo en voz alta: no soy feliz... algunos meses después un viento helado se llevó todo lo que tenía, le arrancó las raíces del suelo y la estrelló... tardó mucho tiempo en reconstruirse... de tal forma que un día mientras hacía yoga, parada de cabeza, con su mundo más o menos estable, dijo en voz alta: me quiero enamorar otra vez... y pocos meses después vino un viento tibio que le quitó para siempre el frío... desde entonces han pasado muchos años, y hay días en que se ve en el espejo, cuando prepara un viaje o cuando despierta en la mañana y se sabe feliz y enamorada... pero tiene un poco de miedo de decirlo en voz alta, así que lo piensa y se guiñe un ojo ante el espejo.