El día que murió mi madre, conocí a mis hermanas

No pensé que se pudiera sentirme tan triste y con esto, no pretendo desafiar a la vida para que me demuestre que si se puede. 

Pero es cierto también, que el amor de las mujeres de mi vida me ha mantenido cuerda y de pie, y puedo decir con mi corazón, que el día que murió mi madre, conocí (o reconocí) a mis hermanas, aquellas mujeres, que llena de orgullo, llamo mis amigas.

La que se estacionó afuera del hospital solo para esperar qué necesitaba y después me ayudó a buscarle un sacerdote porque ella sabe de mi fe. 

La que llegó a primera hora de la mañana (casi en pijama) a mi casa a entibiar mi corazón con su abrazo y después se dedicó a enviar hermosas frases cada día para que no me sintiera sola. 

La que se subió a un avión en cuanto supo la noticia para asegurarse que comiera, se ofreció a hacer por mis los trámites mas duros y sabía, que ese día necesitaba su fortaleza y su presencia. 

Las dos que llegaron a mi casa con botellas de vino (de las de fiesta)a llorar conmigo para despedir a una reina, y después le llevaron flores a la iglesia para que no se viera tan sola. 

La que me llamó en su madrugada, incluso teniendo que ir a trabajar al otro día, porque está de otro lado del mundo pero sabía que necesitaba hablar. 

Las que me acompañaron por chat los primeros días, cada día, mandándome su cariño a cada rato, estando pendientes de mi, de como me sentía, siempre dispuestas a correr a donde yo estuviera. 

La que estuvo pendiente de mi a través de mi esposo porque sabe que de pronto me agobio. 

La que horneó para mi un pay de queso porque sabe que lo dulce calienta el alma. 

Las que dejaron a sus hijos o los llevaron con ellas, las que salieron antes de su trabajo, dejando incluso de cuidar a sus propias madres, para acompañarme a orar por su descanso y formarse a darme una a una su abrazo y su cariño. 

La que tiene el corazón un poco roto pero hace su esfuerzo por animarme y me acompaña.

Las que levantaron sus ojos al cielo pidiéndole a la Virgen consuelo para mi. 

Aquellas para quienes mi mami tejió algo que las abrazara y abrigara, porque en el fondo de su corazón sabia que ellas me abrazaban y me abrigaban. 

La que me escribió de pronto a reiterarme su amistad de niñas, aunque teníamos mas de 20 años sin escribir. 

La que me llamó de la nada, nada decirme exacto lo que necesitaba escuchar y me compartió de su experiencia.

Las mamas de mis amigas.

Cada una de ellas, cada una de ustedes, tiene mi agradecimiento eterno, porque estoy segura de que no son conscientes de lo bien que me han hecho sus detalles


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ser Selectivo en tus batallas

Hazme un favor y quiéreme así de bonito

Ventana de oportunidad