Ser Selectivo en tus batallas

Le pregunte una tarde a la prima Catalina, cuál es el secreto de la paz con la que ahora va por el mundo, yo, que la conocía tiempo atrás cuando corría por la vida como si la siguiera un león…

En otra vida que tuve, me dijo, mi principal objetivo desde que mis pies pisaban el suelo en la mañana y hasta el momento de volverlos a subir a la cama, era tener la razón. No importaba que tan absurda o lejana fuera la causa.   Además en esa vida, el señor que compartía mi cama (y mi vida) compartía conmigo el mismo objetivo. Situación que se vuelve bastante complicada si piensas que dos personas en una misma casa no pueden tener siempre la razón, al menos no al mismo tiempo y todo el tiempo.

Esto me mandaba por la vida totalmente exhausta y alterada, todos mis sentidos alertas en lograr mi objetivo, en tener la razón siempre.

Un día mi competencia decidió marcharse, al principio me perdí porque no conocía otra forma  de ir por la vida.

Entonces vivimos solas mi gata Macarena y yo,  y con ella, no podía luchar para tener la razón, es algo que a ella no le interesa, ella se sienta ahí, en el sol, a respirar el aire, a compartir su paz, a ronronear porque esa es su forma de agradecer, yo comencé a sentir esa paz,  a sanar, porque la carrera interminable a la que me enfrentaba cada día había enfermado mi cuerpo, y de un día para otro me acostumbre a tener paz. Esa paz se instaló en mis caderas, en lo largo de mis uñas, en el brillo de mis ojos, con esa paz me dormía, comía, trabajaba. Con esa paz tomaba el sol y de alguna manera, agradecía; mi objetivo principal cambió, comprendí que la mayor parte del tiempo es mejor tener paz que tener la razón.

No significa que perdí la pasión por la vida, al contrario, simplemente elijo mis batallas, sin perder la paz, mi paz, por tener la razón, eso me da más fuerzas y más salud para ir por la vida y entonces, ganar con mas calma las batallas que elegí pelear.

Mi consejo? Se selectiva en tus batallas, es mejor tener paz que tener la razón…