Soledad

Me hablas de tu soledad, del otro lado del mundo, sentando en un bar,      me dices que no puedes con ella, que te da miedo, que te tiene cansado, que es una soledad compartida con quien tu decidiste que fuera tu esposa, pero que ya no quieres seguir con ella, me preguntas cómo logre deshacerme de la soledad.    Extraño y no que me hables de tu soledad, que siga a tu lado después de 20 años, que aún no hayas logrado ponerle un espacio en tu vida… cómo logre deshacerme de ella? Quizá solo aprendí que no es tan mala… hice tantas tonterías soportada en correr de esa soledad, la que te aplasta como el techo en tu cama, estés solo o acompañado… no logre deshacerme de ella, simplemente,  logre ponerla en perspectiva, logre hacerla mi amiga, me conocí y así logre entender que mientras me tuviera conmigo, no estoy sola, pero obviamente eso lo aprendí a base de mucho dolor.


Me dices que los únicos momentos en los que recuerdas haber sido feliz fue conmigo, extraño es el pasado que siempre es más perfecto que el presente o el futuro, y no es que dude que sea asi. Siendo todo lo que  no debía haber en tu vida, no me queda duda que soy la mujer que más has amado y que siempre amarás más. Yo, que en mi vida no tengo más glamour que un calentador de toallas para el invierno y una bolsa con apellido, placer por viajar, por trabajar y los idiomas que hablo son lenguas romance, nada sofisticado.  Mis piernas no son largas y no soy flaca por naturaleza, mi profesión es simple, no aparezco en revistas y mi apellido se repite muchas veces en el directorio telefónico.  Si te hubieras quedado conmigo tu vida sería tranquila, posiblemente para ti, hasta aburrida, soy todo lo que no le hubiera gustado a tu mama… pero quizá soy aquello que te hacía falta… 


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