Veinte años
Tenemos veinte años queríendonos a destiempo. Y no me queda duda que en esos veinte años nos hemos querido todo el tiempo, pero por torpes, por ingratos, ni siquiera seis meses nos quisimos al mismo tiempo. El rosa mexicano en una pared, las gitanillas en una ventana siempre serán el recuerdo de esos seis meses que logramos querernos de corrido y sin pausas, probando una vida a la que no nos atrevimos, y después, venga otra vez a querernos a destiempo... Todo el tiempo.
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