Macadamia, Arnica y otras historias de la Prima Catalina

Días como hoy, soy mas consciente de lo afortunada que soy, de lo segura que he estado siempre, y si bien, como mujer tengo una herida patriarcal, también es cierto que mi herida es menos profunda que muchas. Conmemoro y agradezco a aquellas mujeres que vienen delante de mi, que lucharon y fueron temerarias para lograr los derechos que hoy gozo, pero también, me comprometo con aquellas que vienen detrás de mi, para que tengan una vida más segura, más libre, más justa de la que yo tuve. Me uno al grito de todas aquellas han sido violentadas en tu cuerpo, en su mente, en su alma, lloro por todas aquellas que no llegaron a su casa, que murieron solas, asustadas, acorraladas. Me duele el cuerpo y el corazón por todas aquellas que no han tenido los mismos privilegios que yo, que no contaron con las mismas herramientas o red de apoyo para salir en tiempo de una situación peligrosa, de una relación dañina, hoy me duelen ellas. 

Esa semana antes de navidad en el Caribe, Catalina solo se dedicó a querer a su marido… durmieron hasta que la cama los lanzaba a la playa, pidieron room service, un privilegio que nunca se habian autorizado, no por el puro placer, Catalina pide room service solo para ahorrar tiempo en los viajes de  trabajo y se atraganta el desayuno mientras revisa pendientes y se maquilla. Esa semana el room service era por placer, para desayunar con calma, viendo el mar y saboreando el cafe con leche. Disfrutaron las olas del mar, aquella amenaza de tormenta que espantó a todos los turistas y ellos los dejó solos a contemplar aquel pelícano que flotaba tranquilamente en la orilla del mar. Comieron delicioso, tomaron el sol y varias botellas de vodka, hicieron siesta a media tarde, se permitieron recordar cada milímetro de su piel. Hacia falta esa semana, la planearon con tiempo, es necesario tomar fuerzas cuando sabes que te espera un año de cambios y sobresaltos,  cada año han vivido una ...